Durante la segunda mitad del siglo XV, entre los humanistas, creció un gran interés en Italia por los estudios del griego y por los manuscritos antiguos. Una de las grandes contribuciones del renacimiento italiano fue el estudio de las lenguas orientales y la crítica textual. Durante la primera mitad del siglo XVI este interés pasó a los filólogos humanistas franceses y españoles, y hubo un creciente deseo en producir una nueva traducción latina de la Biblia, principalmente del Antiguo Testamento. A esta tarea se lanzaron libreros-impresores como Jean Steelsius en Amberes, Johann Froben en Basilea, Petri Regnault en París, Vicente de Portonaris, Jacques Mareschal, Guilleume Boulle, Gaspar Treschesel y Jacobo de Giunta en Lyon. De hecho, los impresores lyoneses dominaron de forma absoluta el mercado de biblias latinas.
Muchas de sus biblias iban destinadas a España. Con la creación de la Grande Compagnie Lyonnaise des Libraires en 1530, formada exclusivamente para la exportación de libros —principalmente Biblias en latín—, se crearon fuertes lazos entre los libreros lyoneses y Medina del Campo. Volveremos a ellos, pero en este artículo nos ocuparemos del impresor parisense Roberto Estienne, también conocido también como Roberti Stepahni, y su famosa “Biblia de Vatablo”.
Hijo del impresor Henri Estienne, en 1526 a los 19 años Roberto se hizo cargo de la empresa familiar y se dedicó a la impresión de biblias (la Vulgata, la única versión permitida). En 1528, publicó su primera biblia. Las innovaciones introducidas —notas y comentarios en los márgenes— molestaron a las autoridades religiosas de París, sobre todo a la Facultad de Teología de la Sorbona. Estienne iba recopilando manuscritos antiguos y en 1532 publicó otra biblia que ofrecía un texto más correcto que el de 1528. La edición que publicó en 1540 era aún más correcta, con referencias de las variantes debidas, indicando las fuentes, pero la gran novedad fue la Biblia que publicó en 1545. Para esta nueva versión Estienne imprimió su texto dela Vulgata de 1540, acompañado en una columna paralela del texto de otra versión latina hecha el año anterior en Zúrich por Leo Jud, un teólogo protestante. Es decir, una biblia con un formato único pues contenía dos versiones latinas en columnas paralelas, con variantes, anotaciones gramaticales y explicaciones en los márgenes. Para los comentarios y notas gramaticales Estienne utilizó notas de clases de François Vatablo, un prestigioso profesor de hebreo, especialista también en griego.
Vatablo no fue el traductor sino el comentarista, sin embargo, a raíz de sus comentarios dicha Biblia llegó a ser conocida como la “Biblia de Vatablo”. Se trataba del primer libro que ponía la Vulgata al lado de una nueva traducción hecha directamente del griego y del hebreo, y que permitía una rápida comparación de los textos.
En su juventud François Vatablo, junto con Lefèvre d’Etaples, Gérard Roussel, Michel d’Arande y Guillaume Farel, había formado parte del Circulo de Meaux, un grupo creado por Guillaume Briçonnet, obispo de Meaux, para el estudio de la Biblia. Animado por Briçonnet, Lefèvre tradujo el Nuevo Testamento al francés en 1523. Otro trabajo del grupo fue una edición latina de los Salmos hecha directamente del hebreo y con variantes alternativas. Dicha innovación fue duramente criticada por las autoridades y finalmente en 1524 el grupo se disolvió. Briçonnet fue llamado ante el Parlamento y Lefèvre, d’Arande, Farel, Vatablo y Roussel huyeron a Estrasburgo a casa de Martín Bucero. A la vuelta del exilio, Vatablo se ocupó de su cátedra de hebreo en la universidad y Lefèvre se retiró a Nérac al palacio de Marguerite de Navarre, su protectora, donde preparó una traducción francesa de toda la Biblia, que fue la base de la traducción de Pierre Robert Olivetan de 1535.
Desde su primera edición, esta la Biblia de Vatablo fue un libro polémico. Publicada en 1545, fue prohibida en 1547 por la Facultad de Teología de la Sorbona porque la segunda traducción estaba hecha por un protestante.
Ya en 1546, sabiendo que iba a ser acusado ante el Consejo, Estienne tomó la iniciativa y con la ayuda de Pierre du Chastel, obispo de Macon, presentó el caso ante el rey, Francisco I. Este, a su vez, ordenó a los teólogos que comunicaran sus censores por escrito, pero los doctores de Sorbona argumentaron que, si comunicaban las censuras y las razones por escrito, serían objeto de controversia pública. Así que, solo acordaron formular su censura oralmente frente al Consejo, «porque los teólogos no están acostumbrados a mostrar por escrito lo que consideran herético, sino sólo oralmente». Francisco I murió en 1547, pero su hijo Enrique II, también favorable en principio a Estienne, sucumbió ante las demandas de los teólogos y les prometió que prohibiría a Estienne publicar y vender Biblias anotadas.
Finalmente, cansado de luchar contra lo imposible, en 1551, Estienne y su familia se instalaron en Ginebra, donde pudo confesar abiertamente su fe evangélica y continuar como impresor sin censura.
En Ginebra, Estienne publicó una Biblia en francés en 1553, así como los escritos de Juan Calvino, incluido su Catecismo y los Institutos. En 1556, volvió a imprimir su edición de
Theodoro de Beza de dos columnas, reemplazando la traducción protestante del Antiguo Testamento de Leo Jud por la versión de Santes Pagnino, traducida directamente del hebreo al latín. Para el Nuevo Testamento, seleccionó la primera edición de la traducción al latín de Theodoro de Beza. Siguiendo el formato de la Biblia de Vatablo de Estienne, en 1565 Beza publicó una edición del Nuevo Testamento griego, acompañada en columnas paralelas por el texto de la Vulgata y su traducción latina. En la preparación de esta edición del texto griego, Beza tuvo la ayuda de dos manuscritos muy valiosos: uno que se conoce como el Codex Bezae o Cantabrigensis, y otro que se conoce como el Codex Claromontanus, que Beza había encontrado en Clermont.
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