
MATEO I y II. Comentario expositivo y práctico de toda la Biblia. Matthew Henry. Editorial Peregrino. Moral de Calatrava (Ciudad Real), 2020.
Reseña realizada por David Vergara
Matthew Henry escribió su comentario expositivo y práctico de toda la Biblia hasta el libro de los Hechos, y su obra monumental fue completada desde Romanos a Apocalipsis por trece ministros independientes que utilizaron las notas que habían tomado los oyentes de sus mensajes como referencia. La editorial Peregrino lleva mucho tiempo realizando un esfuerzo considerable para que se pueda contar en castellano por primera vez con su obra sin añadir ni quitar nada a sus escritos originales, cosa que no ocurrió con los intentos anteriores por parte de otras editoriales. Nadie duda de la capacidad y talla espiritual de los que emplearon su comentario para intentar actualizarlo, pero lo cierto es que los lectores agradecen saber qué es lo que realmente escribió el autor y no tanto una versión resumida, o una interpretación del mismo.
Tras la traducción de Génesis y los profetas menores y mayores, se publica el evangelio de Mateo en dos volúmenes. Es interesante releer los textos de este autor puritano tras conocer las versiones anteriores. En concreto, en mi caso el volumen resumido de toda la Biblia que lanzó otra editorial me pareció del todo decepcionante porque desmereció completamente esta obra. Por otro lado, conservo la edición que completó en su momento Francisco Lacueva donde las diferencias son notables. De hecho, al leer Mateo el pensamiento de Henry difiere de lo que se tradujo anteriormente en castellano que fue una reconversión.
Respetando y admirando en muchos aspectos al Dr. Lacueva al que escuché en ocasiones y del que tengo sus libros, es como si cogiésemos las obras de los reformadores del siglo XVI y las transformásemos según nuestra formación bíblica. Por todo esto, creo que ahora contamos con la oportunidad de descubrir realmente a Mattew Henry, aunque no lo creamos, y nos llevaremos muchas sorpresas porque a pesar de lo voluminoso de sus escritos, su estilo es realmente claro, ameno y profundo a la vez. En su aspecto devocional, siendo un comentario exegético, es casi incomparable con las obras de otros comentaristas porque está llena de aplicaciones con referencias a toda la Biblia, dado que el texto bíblico era muy conocido por un escritor que con nueve años podía escribir latín y leer parte del Nuevo Testamento griego.
En este caso, me ha llamado especialmente la atención su acercamiento al Sermón del Monte y el Sermón profético con lo que habíamos leído en la “versión de los 90” de Lacueva, y no son coincidentes en todo, es más, encontraremos muchísimas diferencias. Sé que cada maestrillo tiene su librillo o su lupa de la escuela escatológica con la que filtramos los textos, pero honestamente, en el caso de Henry, no encontraremos el aluvión de referencias a otras obras que utilizan los autores actuales según su tendencia. El autor parece libre de la lluvia de otras influencias, interpretando cada versículo con el resto de la Palabra de Dios en su mente que cita a cada paso y en esto, podremos coincidir más o menos con su enfoque, pero hay que reconocer que es difícil encontrar esta forma tan limpia de reflexionar y escribir en la actualidad.
Como botón de muestra de lo que supuso la “versión de los 90”, teniendo en cuenta que Henry nació en 1662, en el comentario de Mt. 24:9-12, las frases comienzan así: “Aflicción “tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7), muerte, odio universal, antisemitismo radical y universal (Dan. 7:25; 9:27), que ya se acentúa notoriamente (la O.N.U. en bloque contra Israel). Si lo aplicamos al cristianismo, el ataque no es tan violento en nuestro tiempo, pero es más sutil, no sólo de parte de la seudo-ciencia, sino del liberalismo y de la mundanalidad de tantas iglesias que profesan ser -cristianas- cuando agoniza la verdadera fe y el auténtico amor brilla en su ausencia”. No creo que Henry supiese qué era la O.N.U, por lo demás, el texto original dice: “Se predice la cruz misma. Adviértase: de todos los acontecimientos futuros, hemos de estar más interesados -aunque normalmente tan poco deseosos -en conocer nuestros propios sufrimientos que cualquier otra cosa. Entonces (v.9), cuando las hambres y las pestes prevalezcan, entonces las imputarán a los cristianos, y las harán un pretexto para perseguirlos: Christianos ad leones (Fuera con los cristianos a los leones)”.
Escribo esto porque hay un grupo ingente de personas que, tanto en la traducción como en la impresión de esta obra, están realizando un esfuerzo considerable por disponer de estos comentarios en su versión original, que por la fecha de la traducción, tal vez podamos denominar “versión del siglo XXI” como ocurría con las revisiones de la Reina Valera.
Sólo que esta vez no es una adaptación con citas de autores próximos a nosotros y el contenido merece la pena en todo tal y como reconoce Spurgeon: “Es de lo más piadoso y expresivo, sano y sensato, sugerente y sobrio, escueto y fiable. Lo encontrarás irradiando metáforas, rico en analogías, desbordante de ejemplos, sobreabundante en reflexiones. Se deleita en las yuxtaposiciones y las aliteraciones; es generalmente sencillo, interesante y enjundioso; entiende los textos directamente; aparentemente no es crítico, pero discretamente ofrece el resultado de un conocimiento exacto y crítico a la altura de los mejores críticos de su tiempo”. Esto es lo que intentamos decir, aunque evidentemente como no podía ser de otra manera, Spurgeon lo resume mejor. Sólo añadir que el lector descubrirá un comentario de Mateo excepcional, donde sólo con leer como antes mencionaba el Sermón del Monte, bastará para ver que ha merecido la pena con creces adquirir este comentario escrito para la gloria de Dios, o citando al propio Henry en la “versión del Siglo XXI”, en Mt. 5:16: “Adviértase: la gloria de Dios es el gran objetivo que debemos buscar en todo lo que hagamos en el terreno religioso (cf. 1 P 4:11).
En este centro deben unirse todas las líneas de nuestras actuaciones. Debemos no solo esforzarnos por glorificar a Dios, sino por hacer todo lo que podamos llevar a otros a glorificarlo”.
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