
Este artículo es la primera parte de la conferencia que el Dr. Leonardo de Chirico impartió a la fraternidad de pastores de Castilla – La Mancha (AMECLÁN), en la Iglesia de Moral de Calatrava (Ciudad Real), el 30 de mayo de 2019.
Hay grandes paralelismos entre la situación que han vivido y viven las iglesias protestantes en Italia y aquí en España como minoría. Una de las cosas que tenemos en común entre los dos países, y en ambas culturas, es la omnipresencia del catolicismo romano y su predominio religioso y social. Y en un sentido como iglesias protestantes y evangélicas hemos podido entender quizás mejor que otros cual es el auténtico ADN del catolicismo romano.
El reto con el que nos enfrentamos, no es ni más ni menos, que entender la visión que la Iglesia romana sostiene acerca de la unidad. Este es uno de los más importantes desafíos que se nos presentan, centrándonos en el concepto mismo y en la práctica de esa unidad. Unidad es una de esas palabras claves en el tiempo en el que vivimos. Todo el mundo está a favor de la unidad. El movimiento ecuménico apoya esa unidad. La Iglesia Católica es una iglesia ecuménica y persigue esa unidad, e incluso en cuanto a lo que se refiere a los movimientos interreligiosos, la palabra unidad es una de esas palabras clave.
¿De qué hablamos, cuando hablamos de Catolicismo Romano?
Vamos a comenzar, clarificando algunas cosas. Cuando hablamos de catolicismo romano ¿de qué estamos hablando? Sin duda, podemos tener diferentes experiencias, y diferentes percepciones, y todas ellas pueden ser útiles, pero tenemos que tener en cuenta que el catolicismo romano, es un mundo en sí mismo, por lo cual, debemos acercarnos al mismo de forma teológica y bíblica.
Mi breve definición del catolicismo sería, que es “una desviación del cristianismo bíblico”, por lo tanto, cuando hablamos del catolicismo romano, no estamos hablando de otra denominación cristiana. En nuestros círculos evangélicos solemos hablar de denominaciones y estamos acostumbrados a las iglesias con sus diferentes nombres y diferentes tipos de gobierno, y esto, no supone un problema para nosotros. Pero cuando hablamos de catolicismo, no hablamos de otra denominación legítima dentro del cristianismo. El catolicismo es una desviación realmente significativa, que se ha desarrollado y consolidado a lo largo de los siglos, y alrededor de un cierto número de factores claves. En parte como una organización imperial, asumiendo la antigua estructura del poder imperial romano y centrado en un sofisticado sistema sacramental. Fundándose en un sistema de tipo teológico-sinergístico, suma de muchas influencias, que ha dado a luz una eclesiología anormal. Todo este proceso ha conllevado la absorción de elementos del paganismo y todo ello dentro de un marcado universalismo integrador. Por lo tanto la iglesia católico-romana es una entidad compleja, que retiene ciertos elementos teístas básicos, y que a un nivel superficial sigue manteniendo doctrinas como la trinidad, la divinidad y humanidad de Cristo, etc.
Sin embargo a causa de las líneas borrosas y poco delimitadas de su teología, su desviación es bastante notable, en relación con lo que consideramos una fe bíblica. En algunas áreas, la desviación es más evidente, por ejemplo, en la mariolatría, el purgatorio, las oraciones a los santos, etc. En otras áreas es menos evidente, como en la trinidad, o en la cristología, pero realmente todas ellas están vinculadas. El resultado es, en conjunto, un alejamiento de la teología bíblica, una religión confusa y distorsionada. Esta percepción acerca del catolicismo romano, es hoy en día minoritaria, dentro de lo que es el cristianismo. Solía ser mayoritaria, y años atrás la gran mayoría pensaba así, ahora solo unos pocos lo hacen. Es nuestro deber y obligación, ayudar a nuestros hermanos y hermanas alrededor del mundo, a evitar la confusión con relación al análisis del catolicismo romano. Debemos examinarlo minuciosamente y de forma bíblica.
¿Qué significa la unidad para la Iglesia C. R?
Por lo tanto, cuando hablamos de unidad, debemos reflexionar primeramente acerca de lo que significaba y suponía el paradigma de la unidad con anterioridad al Vaticano II. Durante muchos siglos la iglesia operó con este claro paradigma, con esta división. O estabas dentro, o estabas fuera, y la línea de demarcación era muy clara y nítida. Solo había dos opciones, o te unías, o eras excluido. Los unidos eran los que habían sido bautizados, participaban de los sacramentos, siendo admitidos al más importante sacramento: la eucaristía. Por lo tanto, habían participado en dos de las señales externas representativas de la unidad, habiendo sido bautizados y participando de la eucaristía. En cambio lo que estaban excluidos de esa unidad, podían pertenecer a uno de tres grupos: los herejes, que habían abandonado la verdadera iglesia, los paganos, que pertenecían a otras religiones, y los que habían sido excomulgados, aquellos que habían formado parte de la I.C.R, pero por cuestiones de disciplina, habían sido expulsados. Este era el paradigma que regía la Iglesia desde el Concilio de Trento hasta el Concilio Vaticano II. Este fue el paradigma en el cual nuestros padres y antepasados en Italia y España tuvieron que vivir. Este salvaguardaba, definía, y delimitaba la frontera, entre los que estaban dentro y pertenecían a la Iglesia, de aquellos que estaban fuera o habían sido expulsados. Fue muy difícil para nuestros antepasados vivir y sobrevivir en aquellos tiempos, pero al mismo tiempo era más fácil, pues era la I.C.R quién excluía a los que no pertenecían a ella.
Unidad perfecta e imperfecta: círculos concéntricos
El Vaticano II, cambia en la percepción y la práctica del concepto de unidad. Se comienza a hablar de unidad perfecta e imperfecta. En lugar de hablar de unidad, y estar dentro fuera, empiezan a hablar de grados de unidad, plenamente o parcialmente unidos, pero aún así unidos. Todos aquellos que habían sido considerados herejes, ahora eran considerados hermanos separados. Hermanos, dando a entender el ideal de fraternidad y la posesión de un patrimonio en común, miembros todos de una misma familia, pero separados, pues no estamos plenamente integrados. Los que antes eran paganos, son vistos ahora como gentes que buscan la verdad, con los cuales la I.C.R comparte ciertos grados de preocupación, en cuanto a la solidaridad, cuidado del planeta, etc. Pero que aún así, y aunque imperfectamente, comparten cierto grado de unidad. Y en cuanto a los excomulgados, a partir del Vaticano II, la excomunión prácticamente ha dejado de ser usada. Es muy difícil conseguir que te excomulguen, y realmente esta no es considerada como una opción.
La Iglesia Católica Romano se ha comprometido irreversiblemente con el ecumenismo, y ha cambiado igualmente su percepción de sí misma, reintroduciendo la categoría de la Iglesia misma como sacramento. La palabra sacramento significa, “señal e instrumento” de la unidad, no solamente con respecto a la unidad entre Dios y su Iglesia, sino como la Iglesia misma hecha sacramento de Dios para la humanidad. Es por lo tanto una religión Católica, en la que Iglesia se convierte tanto en la señal visible y real de esa unidad, pero también un instrumento, herramienta, y canal, para alcanzar a toda la humanidad. Por lo tanto en lugar de mantener una línea clara que delimite los que están fuera y dentro, el Vaticano II rediseñó el concepto de unidad como una serie de círculos concéntricos. La Iglesia en el epicentro, disfrutando de la plenitud de la gracia divina a través de los sacramentos, pero al mismo tiempo siendo consciente de que la gracia de Dios opera más allá de los confines visibles de la I.C.R.
La I.C.R y el Universalismo
Por lo tanto, nos encontramos aquí con diferentes grados imperfectos de esa unidad, reconociendo que la gracia de Dios opera entre cristianos no católicos: la iglesia ortodoxa, la iglesia protestante, reconociéndolos asimismo como hermanos, y reconociendo estas realidades como poseyendo verdaderas señales de la gracia divina. Por supuesto, menos evidentes que en la I.C.R, pero aún así reales, y lo mismo sucede con relación al pueblo judío y musulmán, que son parte de las religiones monoteístas. Se comienza a hablar de que no es necesario buscar la conversión de los judíos. Igualmente en el Vaticano II, se habla acerca de los musulmanes que oran al mismo Dios, ya que estos comparten un grado en común, haciendo posible hablar de la unidad, pero aún así manteniendo la idea, de que la I.C.R es una institución divina única, y lo es como cuerpo y entidad, en la cual reside la plenitud de la gracia divina. Esta es la razón por lo cual cuando el papa Francisco visita países o personas musulmanas, les habla y se refiere a ellos como hermanos y hermanas, habla de la unidad, de caminar juntos, disfrutando de nuestra unidad, e incluso hasta tal punto, como llegar a solicitarles que oren por él.
Es increíble pensar que podamos pedir a un musulmán que ore por nosotros ¿Qué tipo de teología está implícita aquí?, ¿Qué tipo de cristología? ¿Qué tipo de teología trinitaria?, aunque desde este paradigma post-vaticano es completamente lógico y coherente. Lo mismo podemos decir con respecto a las otras religiones: Budismo y las demás. Son personas de fe, con un sentido de la divinidad, y que han desarrollado un sentido religioso de la vida, y de alguna manera el Vaticano II les considera unidos con el pueblo de Dios y con Dios mismo. Seguramente más alejados del centro, pero a la vez girando alrededor del mismo centro. La analogía sería la del sistema solar. El Sol es la Iglesia Católica, la fuente de calor y de luz, y luego tienes la Tierra, que está relativamente cerca, que es un planeta caliente y expuesto a la luz y el calor del sol, pero después tienes Marte, más alejado del sol y por lo tanto más frio, pero aún así girando alrededor del Sol, que sigue teniendo algo de luz y algo de calor. Y si vas a Júpiter sería mucho más frio, aún así hay algo de calor y luz. La misma idea de esta analogía reside en el concepto mismo de unidad católica.
También la I.C.R tiene algo que decir acerca de las personas de buena voluntad, en países del este, aunque no sean religiosos, quizás ateos que no tienen ningún interés en la religión, y aún así según el Vaticano II, afirma que forman parte de este sistema de círculos concéntricos. Porque la gracia de Dios está obrando en ellos como criaturas suyas, por lo cual, en un sentido, comparten igualmente esa gracia divina. Y es en este mismo sentido, en el que se apela a la totalidad de la humanidad. La Iglesia por lo tanto es Madre de toda la humanidad y Hogar de toda la humanidad. Por lo cual la I.C.R tienes muchas salas, algunas están más cerca de la sala del tesoro, otras más remotas, pero todas pertenecen al mismo palacio.
Leonardo de Chirico: Leonardo de Chirico (1967) Teólogo y Vicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana. inició y pastoreó una iglesia Bautista Reformada en Ferrara (en el norte de Italia) entre 1997 y 2007. Ahora es pastor de la Iglesia Bautista Reformada en Roma. Obtuvo lalicenciatura en Historia (en la Universidad de Bolonia), en Teología (ETCW, Bridgend, Gales) y enBioética (Universidad de Padua). Su tesis doctoral de investigación teológica (PhD) la realizó en el King’s College (Londres) y fue publicado como, Perspectiva teológica evangélica tras el Vaticano II en el catolicismo romano («Evangelical Theological Perspectives on post-Vatican II Roman Catholicism», Berna, Oxford: Peter Lang, 2003). Es Director Adjunto del Instituto di Formazione Evangelica Documentazione (Padua), editor de la revista teológica Di Teologia Studi, y director del Centro para la Ética y la Bioética (CSEB). También desempeña el cargo deVicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana. Junto con Pedro Andrea Bolognesi y Ferrari ha sido el editor general del Dizionario di teologia evangelica (2007). Ha publicado “El Papado” (2017) y “María” ¿Madre de Dios?” en Edit. Peregrino (2018)
Libros de Leonardo de Chirico en la Editorial Peregrino:
Me ha gustado esta primera parte de la Conferencia que ha clarificado algunos conceptos sobre la I.C.R. que no entendía o no sabía (yo soy católico de nacimiento e instrucción hasta los 17 años), pues, el a b c de mi conocimiento de Dios y mi religión lo aprendí de ellos.
Gracias por esta información. Me gustaría poder leer la segunda parte de esa Conferencia.
Un saludo afectuoso en Cristo Jesús Señor nuestro,
Alfonso